
Obra ganadora del II Premio de Dramaturgia Marita King.
Jurado: Roman Chalbaud, Ugo Ulive, Monica Montañez.
Todos los Derechos para su puesta en escena en Teatro, Radio, Cine, Televisión o Lectura Pública, están reservados tanto para compañías Profesionales como Aficionados.
Los Derechos y permisos deben obtenerse a través de la agrupación Puertoteatro.
Tlf: 0281/ 2653807. 0416/5811643.
Email: puertoteatrogmail.com. Puertoteatro@cantv.net.
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Esta obra fue estrenada en el Espacio Ricardo Lombardi de Puertoteatro, Puerto La Cruz, Estado Anzoátegui, Venezuela, en julio del año 2007 con el siguiente elenco:
Los Derechos y permisos deben obtenerse a través de la agrupación Puertoteatro.
Tlf: 0281/ 2653807. 0416/5811643.
Email: puertoteatrogmail.com. Puertoteatro@cantv.net.
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Esta obra fue estrenada en el Espacio Ricardo Lombardi de Puertoteatro, Puerto La Cruz, Estado Anzoátegui, Venezuela, en julio del año 2007 con el siguiente elenco:
Lilo_______________________Carlos García.
Maria Esther_______________Nelly Villegas.
Sonia_______________________Margoth Celma.
Margarita___________________Romelia Bello.
Ficha Tecnica:
Iluminacion_________________Ali Flores.
Sonido_______________________Violeta Poyer.
Direccion_____________________Pablo Ramírez.
TITULO: EL ÚLTIMO DIA
AUTORA: NELLY VILLEGAS.
“No queríamos abandonar el rancho, pero todo empezó a caerse. Sentimos los gritos y corrimos, corrimos duro. Todo se venía abajo; bajaban piedras, palos y hasta la gente. Por un momento creí que íbamos a morir. Cuando miramos hacia atrás ya no había nada…, sólo agua y lodo”.
Diario El Nacional. 16/12/1999.
Periódico nacional de Venezuela.
PERSONAJES:
MARÍA ESTHER: Aproximadamente 40 años.
LILO: Aproximadamente 45 años.
SONIA: Aproximadamente 45 años.
MARGARITA: Adolescente de 17 años.
I ESCENA
(INTERIOR DE UN ESPACIO HUMILDE. SE VE LA SILUETA DE MARÍA ESTHER A TRAVÉS DE UNA CORTINA QUE DELIMITA EL ESPACIO, ENTRE LA COCINA Y EL CUARTO. SUENAN COHETES. SE OYE MÚSICA DE NAVIDAD. MARÍA ESTHER SALTA DE LA CAMA, PRESUROSA COMIENZA A VESTIRSE, SE OYEN TRUENOS. TOCAN A LA PUERTA.)
MARÍA ESTHER: ¡Voy! (ABRE LA PUERTA)
SONIA: ¡Parece que va a llover!
MARÍA ESTHER: Sí.
SONIA: Estaba anunciado.
MARÍA ESTHER: No pude dormir pensando en la orden que trajeron los guardias.
SONIA: Yo tampoco. No quiero ni pensar a dónde voy a ir a parar si nos desalojan.
MARÍA ESTHER: ¿Y yo? Me da pánico tener que volver al bar de Bermúdez, con todo lo que me ha hecho…
SONIA: Por lo menos tú tienes ese cuarto en el bar.
MARÍA ESTHER: ¿Y qué has pensado?
SONIA: ¡Me quedo!
MARÍA ESTHER: ¡Así se habla!
SONIA: Es lo único que tengo, sería injusto no defenderlo.
MARÍA ESTHER: No se atreverán a desalojarnos. Somos muchos.
SONIA: ¡Pa´lo que les importa!
MARÍA ESTHER: De cualquier manera, yo no me voy. Que vengan ellos mismos a sacarnos. Por lo menos van a tener que sudar bastante.
SONIA: Yo también. De aquí no me saca nadie, por más guardia que sea.
MARÍA ESTHER: Ya estoy lista.
SONIA: Ya era hora. No sé qué tanto te arreglas para ir a una misa de aguinaldos.
MARÍA ESTHER: Me gusta ir representada a la iglesia.
SONIA: ¿Por qué? ¿Vas a sonsacar al cura?
MARÍA ESTHER: Sabes que no.
SONIA: ¿Y entonces?
MARÍA ESTHER: Me gusta sentirme digna, aunque sea en la casa de Dios.
SONIA: (BURLONA) Qué profunda.
MARÍA ESTHER: Ya, vamos. (SALEN. TIEMPO)
ESCENA II
(TOCAN LA PUERTA. ESTA SE ABRE SOLA. ENTRA LILO; TIENE MAL ASPECTO, LA ROPA MANCHADA DE SANGRE. CAMINA CON DIFICULTAD. TRAE UNA GUITARRA)
LILO: ¡Marucha! ¡Marucha! (OBSERVA) Así que este es el palacio que se consiguió la engreída. ¿Adónde iría tan temprano?... ¿Y este montón de cajas? (VA HACIA LAS CAJAS Y EMPIEZA A REGISTRAR. SACA UN ÁLBUM. LO OBSERVA.) Ésta debe ser la mamá. Mira la mocosita. (SACA UNA CAJA CON UN ÁRBOL DE NAVIDAD Y UN NACIMIENTO), Con niño Jesús y todo. Ya el pobre estará asfixiado. Mínimo diez años escondido en este baúl. ¡Qué manía la de las mujeres de guardarlo todo! Si pudieran envuelven el mundo, le colocan su lacito y lo guardan en un baúl. Sería cómico... (RÍE)
(SE OYEN VOCES QUE SE ACERCAN. RECOGE TODO Y LO GUARDA. SE ESCONDE DETRÁS DE UNA VIEJA MESA.)
ESCENA III
(ENTRAN MARÍA ESTHER Y SONIA.)
SONIA: ¡Es que si no me lo quitan me lo como vivo!
MARÍA ESTHER: Nada ganas con portarte así.
SONIA: Si por lo menos fuera muchacho decente, pero no, un malandro de lo peor.
MARÍA ESTHER: Son cosas de muchachos.
SONIA: ¡No son cosas de muchachos! Yo conozco a Margarita y esa cuando se empecina en algo no hay quien se lo quite de la cabeza.
MARÍA ESTHER: Portándote así solo empeoras las cosas.
SONIA:¿No oíste cómo me dijo el muy zángano? ¡Cómo está, suegrita!
MARÍA ESTHER: ¡Lo provocaste, Sonia!
SONIA: Él es quien está provocándome. Si le toca un pelo a la muchacha, es que va a saber quién soy yo.
MARÍA ESTHER: Déjate de cosas, que ese muchacho es peligroso.
SONIA: ¡Ojalá y lo hubieran matado el otro día, cuando lo agarraron los guardias!. Pero no, tenía que salir la Ramona a defenderlo, porque buena que le salió la madre, una alcahueta.
MARÍA ESTHER: (DÁNDOLE UN VASO.)Tómate este guarapito para que te tranquilices.
SONIA: Es que tú sabes con qué sacrificio crié a esa niña, para que venga cualquier sin vergüenza a sonsacarla. Figúrate, ayer llegó la muy fresca con un vestido de novia que ¡sabrá Dios de dónde lo sacó! Se me plantó enfrente y me dijo, así sin más ni más, que se iba a casar con ese bandido que ni siquiera estatura tiene. ¿Te imaginas? Yo, tratando que por lo menos saque el bachillerato, y ella pensando en casarse.
MARÍA ESTHER: ¿Y tú que hiciste?
SONIA: Carajo, le di dos cachetadas y la mandé a botar ese pedazo de vestido.
MARÍA ESTHER: Pobrecita la niña.
SONIA: Pobrecita yo, que he tenido que dejar los riñones en ese bar de mala muerte para que ella eche pa´ lante con los estudios.
MARÍA ESTHER: ¡Gracias por el piropo!
SONIA: Perdona, no lo dije por ti.
MARÍA ESTHER: No te preocupes. Tienes razón, es un bar de mala muerte.
SONIA: Disculpa Sonia, lo dije sin pensar.
MARÍA ESTHER: Tranquila. (PAUSA CORTA.) Ya verás cómo se le pasa, es el primer novio, está ilusionada nada más. Dentro de poco se le olvidará y andará otra vez como si nada.
SONIA: Ojalá, porque yo me muero si a Margarita me la malogra el degenerado ese.
MARÍA ESTHER: No seas exagerada, Sonia.
SONIA: Es que tengo un pálpito aquí, y cuando eso me pasa es señal de que algo malo va a pasar.
MARÍA ESTHER: Ya no te pongas pavosa Sonia, que cuando te da por ahí es para agarrar palco.
SONIA: Mejor me voy a ver dónde anda la mocosa esa. (SALE.)
ESCENA IV
(MARÍA ESTHER VA HACIA LA COCINA. PREPARA CAFÉ, LUEGO CRUZA EL ESPACIO QUE DA AL CUARTO. SE DESVISTE; LILO ESPÍA. AL VOLTEAR MARÍA ESTHER, SE ESCONDE BRUSCAMENTE. SE OYE UN RUIDO.
MARÍA ESTHER: (QUITÁNDOSE LOS ZAPATOS.)¡Otra vez esos ratones del zipote.! (ABRE. LILO SE LEVANTA) ¿Pero qué haces aquí? (LO GOLPEA.)
LILO: No seas atravesada. Déjame que te explique, mujer.
MARÍA ESTHER: ¡No quiero tus explicaciones! (LO GOLPEA.)
LILO: Me estás lastimando la herida.
MARÍA ESTHER: ¡Y a mí qué me importa tu herida!
LILO: No seas bruta, que la tengo fresquita.
MARÍA ESTHER: ¿Ah, sí? Pues, yo te voy a echar un poquito de café caliente para que se te seque (SE DIRIGE HACIA LA COCINA Y TOMA UN OLLA CON CAFÉ.)
LILO: ¡Eres una amargada! ¡Una perra rabiosa!
MARÍA ESTHER: Yo seré una perra rabiosa, pero no me estoy pudriendo como tú.
LILO: Mira que eres injuriosa.
MARÍA ESTHER: ¿Injuriosa? Seguro que te botaron del hospital porque ya no te aguantan.
LILO: Te pelaste: yo me salí solito.
MARÍA ESTHER: ¿Te saliste? Sí, como no.
LILO: Sí. Ya tú sabes que soy muy habilidoso. Cuando era chico mi abuela me regaló una piel de zorro y por eso me volví habilidoso.
MARÍA ESTHER: Si que eres inventador. ¡Te botaron por podrido!
LILO: Inventador si es bueno. Lo que pasa es que decidí salirme porque ya no me gustaba el menú ejecutivo. ¡Tanto caviar indigesta!
MARÍA ESTHER: ¡Como si uno no supiera.! Los muchachos me contaron que te rajaron la barriga pa’ sacarte la podrición que tienes adentro, pero era tan grande que decidieron volver a coserte y dejarte quieto pa’ que te mueras solito.
LILO: Ahí es donde está el detalle, como dicen, que no me quiero morir solito.
MARÍA ESTHER: ¿Qué? ¿Viniste a convidarme?
LILO: No seas odiosa, mujer. ¿No ves que lo que vine fue a pedirte un ladito aquí?
MARÍA ESTHER: ¿Y qué te has creído? ¿Que esta es la morgue?
LILO: Si fuera la morgue no hubiera venido. Ni que fuera bruto.
MARÍA ESTHER: Yo no estoy para cuidar muertos. No faltaba más.
LILO: No te pido que me cuides, sólo que me dejes quedar aquí.
MARÍA ESTHER: ¿Cómo se te ocurre pedirme eso, después de lo que me hiciste el otro día?
LILO. Qué rencorosa eres.
MARÍA ESTHER: Si fuera rencorosa ya te hubiera echado a patadas.
LILO: Claro que sí eres. Yo sé que todavía estás brava conmigo por lo de aquella noche con el Pelón.
MARÍA ESTHER: No me lo recuerdes, si no quieres ir a parar a la calle.
LILO: Pero, ¿cuántas veces tengo que decirte que yo no tuve la culpa de nada? Él fue el que se hizo cerebro solo, porque tú no quisiste respetar los acuerdos con él, y le dijo a los guardias que tú eras una ladrona, que le habías robado la billetera y el celular.
MARÍA ESTHER: Claro, porque no me quería pagar como era, después que le hice todos los servicios que me pidió. Tenía que robarlo pa’ cobrarme. Y para completar le dijiste a los guardias que estaba escondida en el bar de la esquina, pa’ que me agarraran.
LILO: No, eso no fue así.
MARÍA ESTHER: ¿Y cómo fue?
LILO: Mandaron al bobo del Broquerón a que me preguntara si te había visto entrar, y como yo no sabía nada, le dije que sí.
MARÍA ESTHER: ¡Condenado soplón! (LO GOLPEA.)
LILO: ¡Cálmate, que me lastimas!
MARÍA ESTHER: Tuve que acostarme con los guardias pa’ que me dejaran salir. ¿Y todavía quieres que te dé permiso para que te mueras aquí? Anda a morirte a la calle, como los perros.
LILO: ¿Y que tú crees, que le tengo miedo a la calle? No señor, yo soy el dueño de todas las calles, todas las calles son mías.
MARÍA ESTHER: ¿Sí?
LILO: Para que lo sepas, mi abuelo me las regaló cuando yo tenía como doce años. Me dijo: “Mira, Lilito, tu abuela y yo estamos muy viejos y hoy nos vamos a reposar, y lo único que tenemos es esta casa, y como tú todavía eres menor de edad no te la podemos dejar, así que por eso mejor te vamos a regalar la calle. Como nadie lo prohíbe, no es tan complicado”. Yo le pregunté: “¿Cuál calle, abuelo?” Él me dijo: “La que tú quieras”. Claro, como yo soy avispado, le dije: “¡Regálamelas todas, abuelo!” Y él me las regaló, así que todavía son mías porque no las quiero vender. Y cuando me decida a venderlas, te voy a regalar el dinero porque a mí no me hace falta.
MARÍA ESTHER: ¡Hablas puras boberías!
LILO: Es cierto.
MARÍA ESTHER: Y entonces, ¿por qué no te vas a “tus calles?” Como te pertenecen todas, puedes escoger la que quieras y ahí te echas...
LILO: Que más quisiera yo, pero no puedo.
MARÍA ESTHER: ¿Por qué?
LILO: Porque esta vez es distinto, por lo del sueño.
MARÍA ESTHER: ¿Sueño? ¿Qué sueño?
LILO: Uno que tuve la otra noche, cuando me sacaron del congelador.
MARÍA ESTHER: ¿Del congelador? ¡Estás loco!
LILO: Sí, yo sentía mucho frío. Estaba congelado. Cuando me di cuenta estaba abajo y arriba al mismo tiempo. Alguien me decía: mira..., mira. Yo miré. Era como si me estuvieran pasando una película a todo color. Los colores eran tan vivos que yo los podía tocar con las manos. Lo más sensacional es que yo era el protagonista. Me vi desde que era chiquitico, a mis abuelos, cómo eran cuando los conocí. Después vi el día de la explosión, vi otra vez la casa volar por los aires, la cara de mi madre en el entierro. Era la primera vez que la veía desde que nací; no me pareció tan bonita como yo creía, y rapidito vi todo, desde que me fui para la primera calle con mi guitarra. Como te lo explico, sí, fue rapidísimo. Cuando te conocí en el bar y tantas cosas, hasta que llegué a ese momento del congelador. Miré al frente. Adivina qué vi. ¡No te lo puedes imaginar! Por un lado, a mi abuelo en el cielo, todo azulito, con ángeles, flores y nubes blanquitas. Por el otro, al Broquerón en el infierno, todo sucio, quemadito y chamuscado. Salió San Pedro y me dijo: “¿Quién eres?” Y yo le dije: “Lilo de Jesús Renauld, para servirle”. Y me dijo: “Usted va pa’llá, donde está el Broquerón, por callejero”. Y yo le dije: “No, entonces yo mejor me voy”. Él me dijo: “Váyase, pero no crea que se va a salvar cuando vuelva. En donde está su abuelo sólo van las gentes de bien, con casa, esposa, familia, no realengos”. Yo le pregunté: “¡Ay, mi santo!, ¿Qué tengo que hacer para reposar donde está el abuelo? Se rió y me dijo: “Ay, Lilo Renauld, volver a nacer, porque para allá van los que se mueren en su cama, al lado de su esposa, en su casa, junto a su familia”. Yo me impresione todo y me vine corriendo. Cuando venía corriendo, de pronto es que siento como un corrientazo y él medico que le decía a la enfermera: “¡Ya, déjenlo quieto, que se muera cuando le dé la gana!” Por eso es que cuando volví en sí y me recordé del sueño, me dije: la que me puede salvar es la Marucha, que ahora tiene casa.
MARÍA ESTHER: (CONMOVIDA) Pero aquí no te puedes quedar, Lilo.
LILO: Yo no necesito mucho, Marucha, sólo un rincón.
MARÍA ESTHER: Ya te dije que no, y no me salgas con otros de tus cuentos.
LILO: Sólo hasta mañana.
MARÍA ESTHER: ¿Y por qué hasta mañana?
LILO: Porque hoy quiero estar tranquilo, sin calle, ni gente, ni perros.
MARÍA ESTHER: ¿Te dijeron que te ibas a morir hoy?
LILO: Uno se muere cuando quiere, no cuando otros digan.
MARÍA ESTHER: ¿Ah, sí? ¡Yo te aviso!
LILO: No seas odiosa, mujer. Sólo hasta mañana, ¡por favor!
MARÍA ESTHER: ¡No señor!
LILO: Te prometo que no-té molesto, ni toco la guitarra, ni abro la boca, pero por favor, Marucha, déjame quedarme sólo hasta mañana. Hoy no quiero calle.
MARÍA ESTHER: Está bien, deja la rogadera. Pero eso sí: te me bañas, porque no soporto tu aroma.
LILO: Si me bañé antes de entrar al congelador.
MARÍA ESTHER: Claro, hace como quince días. ¡Vamos! ¡A bañarse!
LILO: No, Marucha, que me hace daño.
MARÍA ESTHER: Bañarse no le hace mal a nadie, menos a un muerto como tú.
LILO: Me da escalofríos, tembladera, como si me fuera a congelar otra vez.
MARÍA ESTHER: ¡Cómo serás de cochino! Está bien, acomódate por ahí. Pero eso sí: ni te me acerques a kilómetros de distancia de mí, ¿estamos?
LILO: Como quiera la señora. (PAUSA.) Si no es mucha molestia, quería pedirte otro favor…
MARÍA ESTHER: ¿Otro?
LILO: Sí, que también tiene que ver con el sueño.
MARÍA ESTHER: A ver, ¿y qué será?
ESCENA V
(ENTRA SONIA BRUSCAMENTE.)
SONIA: ¿Oíste las noticias?
MARIÍ ESTHER: No. ¿Qué pasa?
SONIA: (AL DARSE CUENTA DE LA PRESENCIA DE LILO. ¿Y qué hace Lilo aquí? ¿No y que se estaba muriendo?
LILO: Sí, pero le dije a la señora Pelona que me diera un permisito para venir a visitar a la Marucha. Ella me dijo: “Ve, Lilo, pero mañana tempranito te voy a buscar”.
SONIA: ¡Éste siempre con sus fantasías!
(LILO, HACIÉNDOSE EL DESENTENDIDO, TOCA LA GUITARRA.)
MARÍA ESTHER: ¿Y se puede saber qué es lo que dicen las noticias?
SONIA: Que están desalojando a la gente del otro lado del río.
MARÍA ESTHER: ¿Otra vez los guardias?
SONIA: No, esta vez es Defensa Civil. Dicen que por allá eso está feo con las lluvias.
MARÍA ESTHER: Puros inventos. Todo el mundo sabe que lo que quieren es sacarnos de aquí.
SONIA: Yo no sé, el locutor parecía asustado de verdad.
LILO: Ellos saben eso, de cómo poner la voz para que la gente crea que es de verdad.
MARÍA ESTHER: ¡Cállate!
LILO: (DISTANTE.)Si yo una vez conocí a uno que inventaba cosas y la gente le creía. Como más nadie sabía hablar…Claro, él era el único que tenía un micrófono que sonaba duro. No dejaba pensar a nadie, entonces él era el rey.
MARÍA ESTHER: (SONREÍDA) Lilo, mejor quédate callado, que tú hablas puras bobadas.
SONIA: Por si acaso, hay que estar atentos.
ESCENA VI
(ENTRA MARGARITA. ES UNA ADOLESCENTE. LLEVA ROPA EXTRAVAGANTE, LO QUE LA HACE PARECER ADULTA.)
MARGARITA: ¡Lo vi, María Esther, lo vi¡
MARÍA ESTHER: ¿A quién?
SONIA: ¿A quien va a ser? ¡Al malandro ese! ¿No ves que estaba para la calle?
MARÍA ESTHER: ¡Sonia!
MARGARITA: ¡Al gobernador! ¡En persona!
MARÍA ESTHER: ¿En serio?
MARGARITA: ¡Claro!
SONIA: ¡No te creo!
MARGARITA: ¡Lo juro por mí madre! Y que me parta un rayo si es mentira.
MARÍA ESTHER: ¿Y cómo fue eso?
MARGARITA: Sencillo, así como pasan las cosas trascendentales y uno no se da ni cuenta.
MARÍA ESTHER: Habla, niña.
MARGARITA: Yo estaba viendo las vidrieras. De pronto empezó el alboroto; la gente hasta se asustó, porque eso fue que llegaron los periodistas y en un santiamén aquello se llenó de cables, cámaras y guardias de seguridad por todos lados.
MARÍA ESTHER: ¿Y qué estaba haciendo él por ahí?
MARGARITA: Yo no sé. ¡Estaba y punto!
MARÍA ESTHER: ¿Y qué hiciste?
MARGARITA: Crucé la calle como pude y me instalé en toda la puerta, por donde él iba a pasar, claro, hecha la loca. Y al momentico llegó, en un carro bellísimo...
SONIA: (QUE SE HA ESTADO INTERESANDO) ¿Y entonces?
MARGARITA: Se bajó del carro. La gente lo saludaba, casi no lo dejaban caminar. Hasta que llegó a donde yo estaba.
MARÍA ESTHER: ¿Y cómo es?
MARGARITA: ¡Bello! Más bello que cuando sale en las noticias por televisión.
SONIA: ¿Y te dijo algo?
MARGARITA: Me sonrió, me abrazó y me dio un beso.
MARÍA ESTHER: ¡Qué envidia!
MARGARITA: ¡Yo me quería morir!
SONIA: ¿Y es verdad que tiene un lunar en el cuello, como si fuera una estrella?
MARGARITA: ¡Mamá! ¿Cómo crees que me iba a dar tiempo de revisarle el cuello?
MARÍA ESTHER: ¿Pero pudiste hablar con él?
MARGARITA: Sí. Tomé aire, me llené de valor y le dije...
SONIA: ¿Qué le dijiste?
MARGARITA: Soy Margarita del Carmen Centeno, tanto gusto.
MARÍA ESTHER: ¡Sigue!
MARGARITA: El gusto es mío, me dijo con una voz parecida a la de un ángel, suave, y una sonrisa tan varonil que me estremeció toda.
SONIA: ¡Niña! ¡Modérate!
MARÍA ESTHER: Pero, ¿pudiste hablarle de nuestro problema?
MARGARITA: ¡Claro!
MARÍA ESTHER: Pero por Dios, habla.
MARGARITA: ¿Cómo? Si no me dejas (PAUSA) Primero le dije lo emocionada que estaba. Me volvió a abrazar. Después le dije: “Yo vivo en las colinas de Cerro Nuevo, del otro lado del rió claro, tenemos poco tiempo. Tomamos el cerro porque no teníamos donde vivir... Resulta que ayer nos llegó una orden de desalojo... Nosotros no tenemos a dónde ir y...” ¡No me dejó terminar! Llamó a su asistente y le dijo: “Encárgate de este caso inmediatamente”, después me miro fijamente y me dijo: “No te preocupes, mañana mismo nos encargamos de eso”. Me dio un beso y se fue caminando suavecito, abrazando y saludando a la gente que ya estaba aglomerada.
MARÍA ESTHER: Alabado sea el Señor misericordioso, ¡qué afortunadas somos!
MARGARITA: Todavía estoy como en shock, de la emoción.
MARÍA ESTHER: Si él dijo que se soluciona mañana, se soluciona mañana, porque lo que él dice es santa palabra.
MARGARITA: Sí, señor. Por lo menos podremos dormir en paz esta noche.
MARÍA ESTHER: Sí, ya mañana veremos.
LILO: (QUE HA ESTADO ATENTO). Amanecerá y veremos, decía mi abuela, pero nunca amaneció.
MARÍA ESTHER: ¡Ya salió el bocón!
SONIA: Quédate callado, Lilo, que tú no hablas sino boberías.
LILO: ¿Boberías? Yo conozco a esos tipos, los conozco desde que era niño porque a la casa de la abuela siempre iban a tomar agua y ella les daba, más para que se fueran que por hacerles la caridad.
MARÍA ESTHER: Cállate el hocico, no seas entrometido.
LILO: Entrometidos son ellos, que creen que se las saben todas. Lo que pasa es que uno se hace el invisible, que no ve, ni oye, ni mira, pero está nada más procesando las cosas injustas de la vida.
SONIA: ¡Que sí eres necio!
LILO: ¿Necio? Es lo mismo que le pasó a la gente que vivía en el pueblo de mi compinche el Broquerón.
MARÍA ESTHER: ¿El Broquerón? Deja a ese hombre descansar en paz.
LILO: Si yo no ofendo. Él mismo me lo contó antes de que lo mataran de la pedrada en la frente y lo tiraran al río.
MARÍA ESTHER: Deja de decir eso, que tú no lo viste.
LILO: Pero lo vio mi alma, que es lo mismo.
SONIA: ¿Y se puede saber qué fue lo que te contó?
LILO: Que en su pueblo, cuando vino la crecida del rió, fueron todos los chivos más pesados, los que mandan, y tomaron fotos abrazándose con los niños que habían quedado huérfanos. Les dieron pan de frutas a los viejos. La gente se alegraba y decían: “¡Vinieron! ¡Vinieron! ¡Ahora sí, la vaina se puso buena!” Y salió en el periódico con foto y todo, ¿y qué pasó después? Ahí está: se murieron todos de mengua. Nada más se salvó el Broquerón, y eso porque pasó un zamuro y se lo trajo pa’ la ciudad, creyendo que estaba muerto.
SONIA: ¡Ave Maria Purísima! ¿De dónde saca tantos cuentos este hombre?
MARÍA ESTHER: ¿De dónde va a ser? De esa cabeza loca que tiene.
MARGARITA: Yo mejor me voy.
SONIA: (TOMÁNDOLA POR UN BRAZO, VIOLENTAMENTE.) Ven acá, muchachita, ¿se puede saber qué hacía usted sola allá abajo?
MARGARITA: ¿Ya no te lo dije?
SONIA: Y me creí el cuentito.
MARGARITA: Ningún cuentito, mamá, es la verdad.
SONIA: ¿No sería más bien que estabas viendo al zángano ese?
MARGARITA: Mamá, ¿vas a empezar?
SONIA: Mamá nada. Yo no me chupo el dedo. Tú estabas viendo al zángano ese.
MARGARITA: Él es un muchacho como todos.
SONIA: Claro, solo que éste es un malandro.
MARGARITA: No digas eso.
SONIA: Tú sabes que es así.
MARGARITA: Solo porque tú lo dices.
SONIA: No lo digo yo, lo sabe todo el mundo.
MARGARITA: Estoy muy feliz, mamá, y no vas a ser tú quien me amargue el día ( SALE.)
SONIA: ¡Espera! ¡No me dejes con la palabra en boca, no seas grosera! (VOLVIÉNDOSE A MARÍA ESTHER.) ¿La oíste, verdad? Esto no es juego, Marucha, esto es en serio.
MARÍA ESTHER: Cálmate, con ponerte así no arreglas nada.
SONIA: ¿Cómo quieres que me calme? (SALE DETRÁS DE MARGARITA) ¡Margarita!
MARÍA ESTHER: ¡Qué mujer tan testaruda, Dios mío! (MARÍA ESTHER VA HACIA LA COCINA. LILO TOCA LA GUITARRA.) ¿En qué quedamos Lilo?
LILO: En que al Broquerón se lo trajo un zamuro.
MARÍA ESTHER: No te hagas el tonto. (GRITANDO) ¿Podrías callar esa cosa por un momento?
LILO: ¿Y por qué?
MARÍA ESTHER: ¿Cómo que por qué? ¡Porque me molesta, por eso!
LILO: (RÍE. ) Como quiera, su majestad.
MARÍA ESTHER: Yo no le veo la gracia.
LILO: Yo tampoco, pero me da risa.
MARÍA ESTHER: Mantén la distancia, engreído. No creas que estoy muy contenta con el hecho de que estés aquí.
LILO: ¿Y qué crees? ¿Que yo estoy que hago una fiesta de alegre?
MARÍA ESTHER: Si te dejé quedar hasta mañana fue por lástima nada más.
LILO: ¿Sí? ¡No me digas! Si la que da lástima eres tú, vieja, sola y amargada.
MARÍA ESTHER: Yo seré una margada, pero no me están comiendo los gusanos.
LILO: Sí, pero no tengo que andar mendigando a nadie, son mis gusanos. Más bien yo soy feliz porque sirvo para darles de comer, pero tú, ¿para qué sirves? Para nada. Y de paso, para poder comer tienes que estar pelándole el diente a los hombres en el bar para que se acuesten contigo.
MARÍA ESTHER: (GOLPEÁNDOLO) ¿Y tú qué tienes que ver con eso, entrometido? Son mis cosas y no tienes por qué meterte, ¿qué te has creído? (LO GOLPEA CON MÁS FUERZA.)
LILO: ¡Ah, que me vas a matar antes de tiempo! (MARÍA ESTHER NO SE DETIENE) Carajo, que eres fea y cuando te pones brava te ves requetefea, ¡para... para..., que eres testaruda!
MARÍA ESTHER: (MÁS CALMADA) ¡Retírate de mi vista!
LILO: Está bien, no digo nada, no hablo nada. Ya... ya... ay, que me duele la herida. (PAUSA LARGA) Agradece que tengo que aguantar, por lo del sueño.
MARÍA ESTHER: Otra vez con el cuento del sueño. Lo inventaste para conmoverme ¿verdad?, porque sabes que soy de buen corazón.
LILO: No, lo del sueño es cierto.
MARÍA ESTHER: ¡Mentiroso!
LILO: Claro que es verdad, y tanto que ahora estoy preso, no libre como antes.
MARÍA ESTHER: ¿Y eso por qué?
LILO: Porque ahora estoy como en la cárcel.
MARÍA ESTHER: ¿Y quién dijo que un sueño es como una cárcel?
LILO: Yo, lo digo yo.
MARÍA ESTHER: ¡No seas bruto! Los sueños son para orientarlo a uno.
LILO: Eso depende.
MARÍA ESTHER: ¿De qué?
LILO: De uno.
MARÍA ESTHER: A ver, ¿y eso por qué?
LILO: Fíjate, te lo voy a explicar fácil para que lo entiendas clarito.
MARÍA ESTHER: Sí, explícame, porque no entiendo.
LILO: Si uno es niño y tiene un sueño, lo más seguro es que sea un sueño que lo haga a uno libre, porque cuando uno es niño no se hace cerebro, uno sueña y no se queda tranquilo hasta que ese sueño se hace realidad. Si uno es un hombre y tiene un sueño, puede que lo haga a uno libre o preso, eso depende.
MARÍA ESTHER: ¿De qué?
LILO: De la flojera que uno tenga, porque como los sueños dan mucho trabajo, depende de uno. Si uno es flojo se achanta, deja que el sueño pase y se vaya a buscar a otra persona, pero si uno es avispado, trabaja, trabaja y trabaja hasta que consigue que el sueño se haga realidad. Pero si uno, tiene un sueño cuando es viejo, queda embromado como yo.
MARÍA ESTHER: ¿Y eso por qué?
LILO: Porque es muy difícil cumplirlo, ¿no me ves? Así como yo estoy, ¿tú crees que voy a salir a trabajar por un sueño? No, me achanto. ¿Ves por qué los sueños son como pájaros o como grillos?
MARÍA ESTHER: (SE RÍE) Tú si hablas boberías.
LILO: A menos que alguien le ayude a cumplir a uno el sueño.
MARÍA ESTHER: ¿Y eso qué quiere decir?
LILO: Nada, es más un decir.
MARÍA ESTHER: Mira que te conozco y sé que te traes algo entre manos.
LILO: ¿Quién? ¿Yo? No. Mejor sí.
MARÍA ESTHER: (RÍE) Mejor sigue cantando y cállate.
LILO: Como mande la princesa (CANTA. MARIA ESTHER SÉ RIE.) Marucha, que te ves bonita cuando te ríes.
MARÍA ESTHER: Ya, dejemos la confiancita.
ESCENA VIII
(SE OYEN TRUENOS. EMPIEZAN A CAER LAS PRIMERAS GOTAS DE LLUVIA. ENTRA MARGARITA, TRAE UN VIEJO VESTIDO DE NOVIA.)
MARGARITA: ¡Se destapó la lluvia!
MARÍA ESTHER: Se veía venir.
LILO: (EN UN EXTREMO, MIRANDO POR LA VENTANA. CANTA) “Que llueva, que llueva. La vieja está en cueva, los pajaritos cantan, la vieja se levanta”.
MARGARITA: (MOSTRÁNDOLE EL VESTIDO). Mira, ¿verdad que es bello?
MARÍA ESTHER: ¿De dónde lo sacaste, Margarita?
MARGARITA: ¿De dónde va a ser? Del basurero de la tienda de abajo. Lo lavé y lo pienso arreglar para mi matrimonio.
MARÍA ESTHER: ¿Tu matrimonio?
MARGARITA: Sí, él me propuso matrimonio.
MARÍA ESTHER: Muchachita loca, vas a matar a tu mamá (SE DIRIGE A LA COCINA, TOMA PEROLES Y LOS COLOCA EN LAS GOTERAS.)
MARGARITA: No me vayas a regañar tú también, Con mamá tengo bastante.
MARÍA ESTHER: Es que eso es una locura…, si tú no sabes ni cocinar.
MARGARITA: Aprendo, ¿cuál es el problema? Ni que fuera tan difícil.
MARÍA ESTHER: No se trata de hacer una sopa, se trata de formar una familia.
MARGARITA: No te pongas fastidiosa. Además, dime: ¿quién en este país piensa en formar una familia? ¡Nadie! ¿Y entonces por qué yo voy a pensar en eso?
MARÍA ESTHER: Margarita, no hables así.
MARGARITA: En realidad yo no vine a discutir contigo, vine fue a pedirte que me ayudaras arreglar el vestido.
MARÍA ESTHER: ¡Eso sí que no!
MARGARITA: Anda, Marucha, sabes que sólo cuento contigo.
MARÍA ESTHER: También cuentas con tu mamá.
MARGARITA: Ya no discutamos más.
MARÍA ESTHER: Tienes razón.
MARGARITA: ¿Entonces me vas a ayudar?
MARÍA ESTHER: (EVADIENDO) Tú sabes que no me gusta coser.
MARGARITA: No, chica, yo sólo quiero que te lo pongas para coserlo. Mira, traje aguja con hilo.
MARÍA ESTHER: ¡Tienes unas cosas! ¿Cómo crees que yo me voy a poner ese vestido?
MARGARITA: No seas tonta, es sólo un momento.
MARÏA ESTHER: No señor.
MARGARITA: No seas mala gente, es sólo un momento, (PAUSA) recuerda que me debes un favor. No es que te lo esté cobrando, pero… ¿te acuerdas de la segunda que te hice cuando venías corriendo porque el viejo del bar te venía persiguiendo aquel día? Yo le dije que tú no habías pasado por aquí, ¿te acuerdas?
MARÍA ESTHER: Claro que me acuerdo, si hasta tuve que subir corriendo el cerro porque el viejo me quería embromar porque le robé la billetera y le dejé el pelero.
MARGARITA: ¿Ves? Y yo te salvé.
MARÍA ESTHER: Está bien, chantajista, dame acá eso. (VA HACIA EL CUARTO.)
MARGARITA: (A LILO, QUE HA ESTADO TOCANDO UNA CANCIÓN.) ¿Y tú no te sabes otra canción? Ya me tienes mareada con el bolero ese.
LILO: Cuando la culebra esta tranquila, déjela tranquila; no le pise la cola, que le puede picar. (SIGUE EN LO SUYO.)
MARGARITA: ¡Creído!
MARÍA ESTHER: (SALE CON EL VESTIDO PUESTO.) Esto tiene más huecos que un colador.
MARGARITA: ¡Qué lindo se te ve!
MARIA ESTHER: Si muy lindo, parezco una payasa.
MARGARITA: A ver, voltea, empecemos por este (COSE EL VESTIDO. PAUSA. ENTRA SONIA EMPAPADA.)
SONIA: ¿Qué significa esto, Margarita? ¿De quién es ese vestido?
MARGARITA: Mío, mamá.
SONIA: ¿Cómo?
MARÍA ESTHER: Sonia, deja que te explique.
MARGARITA: No tienes nada que explicar, yo se lo diré.
LILO: (APARTE) Reventó la pólvora... y exploto la mecha... ¡pum!
SONIA: ¡Dios! Que no sea lo que imagino.
MARGARITA: No quiero contrariarte, pero...
SONIA: ¿Pero qué?
MARGARITA: Él me propuso matrimonio y le dije que sí.
SONIA: ¿Cómo te atreves, descarada? (SE LE VA ENCIMA.)
MARÍA ESTHER: (SUJETÁNDOLA.) Será mejor que te vayas una rato mientras tu mamá se calma... Después hablas con ella.
SONIA: Suéltame para darle un par de golpes para que no sea atrevida.
MARGARITA: Trata de entender, estamos enamorados, mamá.
SONIA: ¿Qué vas a saber tú de estar enamorada, si eres una mocosa?
MARGARITA: Ya tengo 17 años; quieras o no, soy una mujer. (SALE.)
SONIA: ¡Margarita, no te vayas! ¡¡Escúchame!
MARÍA ESTHER: Es mejor así, después hablan con calma.
SONIA: ¡Suéltame, no me digas nada! ¡Eres una consentidora!
MARÍA ESTHER: ¡Ela me lo pidió!
SONIA: Claro, pudiste decir que no. Bien buena la amiga que me gasto. No puedo voltear la espalda porque me clava la estaca. (SALE).
MARÍA ESTHER: Sonia, eso no es así. (SALE DETRÁS DE SONIA, VESTIDA DE NOVIA.)¡Sonia, escúchame!
ESCENA IX
(SE OYEN TRUENOS. MARÍA ESTHER ENTRA CON EL VESTIDO EMPAPADO Y UN PARAGUAS VIEJO.)
MARÍA ESTHER: Llueve a cántaros.
LILO: ¿Y de dónde sacaste ese parapeto?
MARÍA ESTHER: No te interesa.
LILO: Todo lo que tenga que ver contigo me interesa.
MARÍA ESTHER: Párate, que vas en bajada y te puedes estrellar. (SE DIRIGE AL CUARTO. LILO TOCA EL AVE MARÍA.)
MARÍA ESTHER: ¿Y ahora qué te dio? (LILO LA IGNORA. CONTINÚA CANTANDO.)
MARÍA ESTHER: ¿Te estás burlando de mí?
LILO: No me burlo, Marucha, es que cuando te vi entrar con ese vestido me hice la idea de que ibas a casarte y que caminabas hacia el altar y el novio te esperaba para tomarte del brazo.
MARÍA ESTHER: ¿Y?
LILO: ¿A qué no sabes quién me imaginé que era el novio?
MARIA ESTHER: ¿Quién?
LILO: (PAUSA) Yo.
MARÍA ESTHER: ¡Dios me libre! Ni que me pinten el paraíso terrenal a tu lado, mi amor.
LILO: ¿Y qué te crees? ¿Que yo estoy delirando por casarme con una mujer como tú? ¿O es que no te has mirado en un espejo? Estás vieja y pareces un fenómeno de lo fea que eres, además yo sólo me dejé llevar un momento por mi imaginación, nada más.
MARÍA ESTHER: Te recomiendo que te amarres la imaginación, no vaya a ser que un día de estos te vayas volando con ella. Además, no sé que hago yo hablando con muertos de hambre como tu (SE VA HACIA EL CUARTO)
LILO: Está bien, Leticia I de Mónaco.
MARÍA ESTHER: Cállate el hocico, que me vas a hacer molestar y te voy a botar a patadas ahora mismo de aquí.
LILO: Como usted diga, su majestad. (CONTINÚA TOCANDO. TIEMPO CORTO.) MARÍA ESTHER: (SALE VESTIDA PARA SALIR. COLOCA EL VESTIDO DE MARGARITA EN UN EXTREMO) ¿Adónde va, su majestad?
MARÍA ESTHER: A trabajar, ¿qué crees?, ¿Que soy una vaga como tú?
LILO: (HACIENDO UN GESTO INDICATIVO DE SEXO.) Tú no-té cansas de esa trabajadera todos los días.
MARÍA ESTHER: No seas grosero. Es un trabajo como todos los demás.
LILO: Sólo que te está matando. Mírate como estás, pareces una pasa de Navidad, de lo arrugada. ¿No te das cuenta que dentro de poco no se acostarán contigo ni los perros?
MARÍA ESTHER: ¡Atrevido! ¿Y a ti qué te importa? ¡Ese es mi problema!
LILO: Quédate, Marucha, no vayas hoy.
MARÍA ESTHER: No puedo. Si no voy, el viejo se molesta. Me dijo que si no aumentaba la clientela me mandaba a la a calle.
LILO: Son excusas, Marucha. Si no quieres ir, no vas y punto final.
MARÍA ESTHER: Tú no entiendes, Lilo para ti todo es fácil, hasta morirte. Pero para mí no.
LILO: Quédate, Marucha, no vayas hoy. Si te quedas en la casa a lo mejor le agarras el calor y mañana ya no te provoca ir.
MARÍA ESTHER: No puedo. Hoy es 15, hay muchos clientes.
LILO: Eso es. Lo que pasa es que a ti te gusta, ¿verdad?, Dilo, que sí te gusta.
MARÍA ESTHER: No es cuestión de gustos, es mi trabajo. Es lo que hago desde que tengo uso de razón y nada más, lo demás no importa.
LILO: Claro que importa, porque se trata de ti.
MARÍA ESTHER: No te propases, Lilo.
LILO: ¿No has pensado alguna vez en cambiar, en sentirte una persona como todas, que te vean, te reconozcan, te saluden? No como ahora, que eres invisible, nadie te ve, ni té para, ni sabe que existes.
MARÍA ESTHER: Yo no sé, Lilo, tú hablas muchas bobadas. ¿Y sabes qué? Ya me estás cansando. Y...
LILO: (INTERRUMPIÉNDOLA) ¿Y qué?
MARÍA ESTHER: Es mejor que te vayas.
LILO: No, señor, de aquí no me voy.
MARÍA ESTHER: ¿Cómo es la cosa?
LILO: ¡Que no me voy!
MARÍA ESTHER: ¡Te vas de aquí y punto! (TOMA LA CARTERA Y EL PARAGUAS. SE DISPONE A SALIR.)
LILO: ¿Y si no me voy, qué?
MARÍA ESTHER: Cuando regrese en la madrugada, yo misma te saco a patadas.
LILO: Como mande su alteza real.
MARÍA ESTHER: ¡Necio! (SALE.)
ESCENA X
(AL SALIR MARÍA ESTHER, LILO VA HACIA UNA DE LAS CAJAS Y SACA EL ÁRBOL DE NAVIDAD Y EL NACIMIENTO. LLUEVE. LAS PRIMERAS GOTAS EMPIEZAN A COLARSE POR EL TECHO. LILO COLOCA UNOS PEROLES PARA RECOGER EL AGUA.)
LILO: ¡Ni falta que me hace la engreída esa! Total, yo siempre he estado solo desde que nací y nada me ha pasado. Aquí estoy, vivito y coleando (PAUSA.) ¡Engreída! (PAUSA.)Ella se cree la princesa Leticia. ¡La princesa de los chaparros, será! (PAUSA.) Echarme de su casa, como si esta fuera su casa. (ENTRA SONIA. VIENE EMPAPADA POR LA LLUVIA.)
SONIA: ¿Dónde está Marucha?
LILO: Salió a trabajar.
SONIA: Marucha está loca.
LILO: ¡Más bien requeteloca!
SONIA: ¿Cómo se le ocurre salir con este aguacero? ¿Quién va ir al bar con tanta lluvia?
LILO: Sus clientes. Hoy es 15.
SONIA: ¿Cuáles clientes? Si a Marucha hace tiempo que ya no la busca nadie.
LILO: Según ella, un batallón de clientes la espera, y como ella es tan trabajadora no puede dejarlos esperando.
SONIA: ¡Sí, como no!
LILO: Eso fue lo que me dijo.
SONIA: Y el muy tonto se lo creyó. ¿Sabe cómo es la cosa? Que Marucha hace tiempo que vive de la caridad, porque no se le acercan ni las moscas. ¿Por qué cree que el viejo del bar la tiene amenazada? ¡Porque ya no le da ni pa’ una caja de cigarrillos, menos para un litro de ron!
LILO: Y lo peor es que se la da de princesa y todo.
(SE OYEN TRUENOS. LLUEVE INTENSAMENTE.)
SONIA: ¡Santa Bárbara bendita, protégenos de todo mal y peligro!
LILO: Deje la alarma, que sólo son truenos.
SONIA: Es que usted no sabe, por la radio están diciendo que se están cayendo las casas del otro lado y ya la gente anda alarmada.
LILO: ¿Otra vez con el mismo cuento de la radio?
SONIA: No son cuentos, Lilo, es verdad.
LILO: Puras mentiras de esas que dicen por la radio.
SONIA: Pero es que no es una emisora, son todas.
LILO: Qué importa si es una o son muchas. Si lo dice la radio son cuentos… Si lo sabré yo, que sé de cuentos.
SONIA: Eso es verdad. A ti deberían llamarte Lilo Cuentos.
LILO: Y a usted, vieja escandalosa.
SONIA: ¡Lilo, sin ofensas!
LILO: No son ofensas…
SONIA: Dejémoslo hasta aquí, contigo no se puede.
(VOZ EN OFF): ¡Sonia! ¡Sonia! ¡Venga pronto para que oiga esto!
SONIA: ¡Me están llamando! ¡Voy a ver qué pasa! (SALE.)
LILO: (SIGUE ARMANDO EL ÁRBOL Y EL NACIMIENTO.) ¡Vieja loca! ¡Loca y chismosa! (PAUSA.) ¿A mí qué me importa si la engreída tiene clientes o no, si se acuesta con ellos o no? Total, es su herramienta de trabajo, no la mía. ¡Y buena que le ha salió! Porque PA’ andar en eso desde los 15 años… (PAUSA) Si yo lo único que quiero es morirme aquí en la casa, como Dios manda, para ver si puedo ir al cielo como el abuelo. Y para morirme no necesito a nadie que me acompañe, eso lo tengo que hacer yo solo. Ella lo dijo bien claro cuando salí del congelador: “Lilo, mañana vengo por usted, no se me haga el loco ni se me esconda porque igualito me lo voy a llevar”. Eso es lo que me debe preocupar, que ella venga y me encuentre aquí, decente como todo un señor. Lo demás no es problema mío. (PAUSA.) Y no me voy a ir de aquí. Total, las casas no son de quien las tiene, sino de quien les da calor, las cuida, las limpia y las adorna. (MIRA A SU ALREDEDOR) Miren a la cochina esta, ¿desde cuándo no la limpiará? Yo la voy a poner bonita, la voy a adornar. Si me da tiempo celebro la Navidad y todo. Si no me da tiempo, no importa, con la intención basta... (PAUSA) Y si no le gusta a la engreída, entonces que se vaya. (MIENTRAS DICE ESTO ESTARÁ ARREGLANDO EL ÁRBOL Y COLOCANDO EL NACIMIENTO. MÚSICA DE NAVIDAD. AL FINALIZAR, LILO OBSERVA SATISFECHO. ) Buen trabajo, Lilito, qué bueno eres como amo de casa. (RECOGE LAS COSAS.) ¡Ahora el toque final! (BUSCA EN OTRA CAJA Y SACA UNA CAMISA Y UNOS PANTALONES VIEJOS Y ARRUGADOS.) ¡El último sacrificio de mi vida! (SALE. SE LE OYE CANTAR. SUENA MUSICA DE NAVIDAD. LA LUZ DECRECE SOBRE EL ARBOL Y EL NACIMIENTO)
FIN DEL PRIMER ACTO.
II ACTO
ESCENA XI
(SUENA MÚSICA. ESTHER ENTRA EMPAPADA Y LLOROSA. SE SORPRENDE AL VER EL RANCHO ARREGLADO.)
MARÍA ESTHER: ¿Y esto? (PAUSA) ¡Qué bonito! (SE SIENTA, COMO DÁNDOSE CUENTA DE ALGO IMPORTANTE.)¡Se me había olvidado que estamos en Navidad! (ROMPE A LLORAR.)
LILO: (SALE LILO, BAÑADO Y VESTIDO. MARIA ESTHER, AL VERLO, SE SECA LAS LÁGRIMAS PARA NO SER VISTA.) ¿Qué pasa, Marucha?
MARÍA ESTHER: (PAUSA.) ¿Y tú qué haces con esa ropa? ¡Atrevido! La sacaste de la caja.
LILO: Pensé que no servía, como está tan vieja y sucia.
MARÍA ESTHER: Por algo está allí, ¿no crees?
LILO: Está bien, me la quito (SE VA A DESVESTIR.)
MARÍA ESTHER: ¡Espera! No tiene importancia. Hoy nada tiene importancia.
LILO: Era de alguien especial, ¿verdad?
MARÍA ESTHER: No es tu problema.
LILO: (TOMANDO LA GUITARRA.) Bueno, ya me iba.
MARÍA ESTHER: ¿adónde?
LILO: A la calle. ¿No dijiste que me sacarías a patadas si me encontrabas aquí?
MARÍA ESTHER: Puedes quedarte.
LILO. ¿Cómo?
MARÍA ESTHER: Lo que oíste, puedes quedarte.
LILO: No era mi intención, pero...
MARÍA ESTHER: No te hagas el tonto.
LILO: Como mande la princesa.
MARÍA ESTHER: No seas necio.
LILO: Si no es mucha intrepitud, su majestad dijo que regresaría en la madrugada, ¿por qué regresó tan pronto a palacio?
MARÍA ESTHER: ¡Porque me dio la gana!
LILO: En ese caso no se hable más del asunto. (TOMA LA GUITARRA Y CANTA.)
MARÍA ESTHER: Me botaron.
LILO: ¿Cómo?
MARÍA ESTHER: ¡El viejo mamarracho me botó del bar!
LILO: ¿Por qué?
MARÍA ESTHER: No había clientes y quería que me acostara con él.
LILO: ¡Abusador!
MARÍA ESTHER: Le dije que no y me amenazó. Me puso un cuchillo en el cuello como otras veces, pero esta vez saqué valor y lo enfrente.
LILO: ¿Te hizo daño?
MARÍA ESTHER: Sólo me rasguñó un poco. (LE MUESTRA EL CUELLO.) Pero le di unos buenos golpes. Le quité el cuchillo y se le enterré en la panza.
LILO: ¡En la panza! ¿Lo mataste?
MARIA ESTEHER: No lo se.
LILO: ¿Y qué hiciste después, Marucha?
MARÍA ESTHER: ¿Qué iba a hacer? Lo dejé ahí tirado y salí corriendo.
LILO: ¿Y nadie te vio?
MARÍA ESTHER: ¡Nadie!
LILO: ¿Cómo estás tan segura?
MARÍA ESTHER: Estábamos solos. Por la lluvia el viejo no abrió el bar.
LILO: (SACA UNA TOALLA Y ALCOHOL DE UNA D E LAS CAJAS Y LA CURA.)¿Y después?
MARÍA ESTHER: (NO OPONE RESISTENCIA.) Corrí duro y cuando me di cuenta estaba en el centro. Caminé, caminé por el centro y después me dije: me voy para la casa. Y sentí un pálpito tan bonito cuando me dije: me voy para la casa. (PAUSA) A mi mamá le gustaban mucho los animales, ¿sabes? Tenía patos, conejos, palomas, gallinas; hasta un corderito se compró una vez… Y a todos les hacía su casita, los cuidaba y les buscaba su pareja para que fueran felices.
LILO: ¡Animales felices!
MARÍA ESTHER: (SIN PRESTAR ATENCIÓN.) Y uno camina por ahí… En esas mansiones hasta los perros tienen sus casas, bien pintadas, con techo de machihembrado y todo. Y uno se pregunta, ¿qué pasa con nosotros?
LILO: Las casas no son para todo el mundo, Marucha.
MARÍA ESTHER: Eso es verdad.
LILO: (TRATANDO DE ANIMARLA) Por eso yo aprendí que una casa es como los zapatos, y así nunca me aflijo.
MARÍA ESTHER: (RÍE) ¿Y cómo es eso, Lilo?
LILO: Fácil. Mira, yo pienso que mis zapatos son mi casa, así me hago la idea de que siempre la llevo conmigo.
MARÍA ESTHER: (MIRÁNDOLE LOS PIES.) Sí, como no, muy lujosa la casa que te gastas.
LILO: (MOSTRANDO SUS ZAPATOS.) Lo importante de la casa es que uno se sienta feliz en ella.
MARÍA ESTHER: Claro, y como tener unos zapatos es más fácil que tener una casa, me imagino que siempre estarás muy feliz.
LILO: ¡Claro! Por eso es que yo nunca ando descalzo, para no andar desprotegido, ¿me entiendes?
MARÍA ESTHER: No mucho, pero…, bueno...
LILO: Cuando me canso me quito los zapatos, me acuesto sobre ellos y listo. A veces la casa se cansa de caminar conmigo, se queda en una esquina a descansar. Yo la dejo tranquila… Y después, cuando anochece, la recojo, me la pongo, y nos vamos a recorrer las calles juntos.
MARÍA ESTHER: (RÍE) Está bien, ¿pero nunca has querido tener una de verdad?
LILO: Yo tuve una de verdad.
MARÍA ESTHER: ¿Sí?
LILO: Cuando era niño (PAUSA), la casa del abuelo Lucho. Era grande, con patio y jardín. Lo único que me faltó siempre fue la mamá, pero la abuela se encargaba de que yo no me acordara.
MARÍA ESTHER: ¿Y tu mamá, Lilo?
LILO: Se fue detrás de un italiano que era mi papá.
MARÍA ESTHER: ¿Un italiano?
LILO: Sí, un vendedor de pastas. Lo conoció, la enamoro y le prometió que iba a volver a buscarla para casarse con ella. Ahí aparezco yo. Ella salió embarazada y cuando dio a luz le dijo a mi abuela que se iba a buscarlo a Italia, que regresaría después por mí. Nunca volvió. Aunque siempre le escribía cartas al abuelo. Cuando aprendí a leer, yo también las leía. Todos los meses escribía cartas y nos contaba cosas. Siempre decía que iba a regresar para Navidad, pero nunca volvió. Los abuelos se acostumbraron y yo también. Aunque a veces me moría de saber cómo era, cómo hablaba, cuál era el color era su pelo...
MARÍA ESTHER: ¿Y la conociste?
LILO: Sí, el día del entierro de los abuelos. La llamaron y vino de Italia. Se vino en un autobús de viajes rápidos.
MARÍA ESTHER: ¿Desde Italia en autobús?
LILO: Claro, le dio tiempo porque a los abuelos los tuvieron como tres días en la morgue después de la explosión.
MARÍA ESTHER: ¿Cuál explosión?
LILO: La que se llevó a los abuelos. Te cuento: en la casa donde vivíamos no había cloacas. Teníamos un pozo séptico tan viejo que cuando se llenó le dijeron al abuelo que tenía que hacer otro. El abuelo dijo: “¿Para qué? Aquí sólo viven tres. Como casi no tenemos qué comer, vamos al baño cada quince días. Y si no tenemos para comer mucho menos vamos a tener para hacer otro hueco de esos”. Y no le paró más al asunto. Un buen día empezaron los olores como a gas de cocina, pero más fuertes. Yo fui a hacer un mandado, y cuando venía de regreso sentí la explosión, vi la mierda volando por los aires. Llenó la cuadra entera. Nadie quería sacar a los abuelos para no llenarse de….bueno tu sabes. (PAUSA) Hasta que vinieron los bomberos, los sacaron, los llevaron a la morgue, y allí nadie quería lavarlos, hasta que obligaron a unos enfermeros.
MARÍA ESTHER: (RÍE.) Puros inventos tuyos, Lilo. Yo no he oído nunca de una explosión de mierda.
LILO: No son inventos Marucha, créeme.
MARÍA ESTHER: ¿Ahí conociste a tu mama?
LILO: Si, cuando estábamos en el cementerio llegó, llorando y gritando. Yo supuse que era ella y me dio como un susto. Después del susto no supe qué decirle y ella tampoco, y ahí fue donde me pareció que no era tan bonita como yo creía, sino más bien fea.
MARÍA ESTHER: ¿Y qué pasó después?
LILO: Nada. Ella se volvió a ir y no la volví a ver más (PAUSA) ¿Y tú nunca tuviste una casa de verdad?
MARÍA ESTHER: ¡Claro! Cuando uno es pequeño siempre tiene una casa. Solo que la mía no era tan grande como la tuya y yo si vivía con mis padres.
LILO: ¡Cuéntame!
MARÍA ESTHER: (ANIMADA.) La casa era pequeña pero con el patio grande, que era donde mamá criaba los animales. Eran muy alegres. Mi mamá se dedicaba a coser para ayudar a papá.
LILO: ¿Era costurera?
MARÍA ESTHER: Sí, pero no cualquier costurera. Era de las finas. Diseñaba y sabía de modas.
LILO: Claro, de allí es que viene tu elegancia…
MARÍA ESTHER: No te burles…
LILO: No es burla, eres muy elegante.
MARÍA ESTHER: Ya no te cuento.
LILO: Me callo. Sigue.
MARÍA ESTHER: A mi papá le gustaba la Navidad, por eso cuando entré me sentí como cuando era niña. Él llegaba con regalos que le traía a mi mamá y a mí. (PAUSA.)Hasta el día que se lo llevaron.
LILO: ¿Adónde?
MARÍA ESTHER: Qué sé yo… Mamá nunca me quiso hablar de eso.
LILO: Pero… ¿quién se lo llevó?
MARÍA ESTHER: Los guardias. Registraron todo el rancho, después se lo llevaron.
LILO: ¿Qué pasó después?
MARÍA ESTHER: Un día mamá recibió una cajita, y cuando la abrió eran sus cositas. Mama araño desesperadamente la caja buscando, buscaba y buscaba. Ella quería algo mas, algo que le dijera que el había pensado en ella, una carta, una letra, una frase, pero nada. Cuando asimilo que de Papa solo quedaba el recuerdo rompió a llorar. Lloró para siempre, tanto que murió llorando.
LILO: ¿Murió?
MARÍA ESTHER: Sí.
LILO: ¿De qué?
MARÍA ESTHER: De tristeza, de vergüenza, de dolor, qué sé yo de qué.
LILO: (INTERRUMPIENDO.) Nada mejor para la tristeza que una casa adornada, así decía mi abuela.
MARÍA ESTHER: ¡Tienes razón! (VA HACIA UNA DE LAS CAJAS Y SACA UNAS LUCES DE NAVIDAD.)Cuando entré, por primera vez en mucho tiempo sentí que llegué a mi casa, que había alguien esperándome (PAUSA) Aquí están las luces, ayúdame a colocarlas. (COLOCAN ALGUNOS ADORNOS DE NAVIDAD INCLUIDAS LAS LUCES.) ¡Ahora sí está completa!
LILO: No, para que sea una casa de verdad falta…
MARÍA ESTHER: ¿Qué?
LILO: ¡Unos dueños de casa!
MARÍA ESTHER: No estás hablando en serio…
LILO: En serio, en serio no, pero… sí.
MARÍA ESTHER: No empecemos de nuevo.
LILO: No seas mal pensada. Es por el sueño, ¿te acuerdas?
MARÍA ESTHER: ¿Qué sueño?
LILO: El que te conté esta tarde, cuando llegué.
MARÍA ESTHER: ¿El de tu abuelo y el cielo?
LILO: Sí.
.MARÍA ESTHER: ¿Y eso qué tiene que ver?
LILO: Que yo en realidad vine aquí fue a pedirte un favor.
MARÍA ESTHER: ¿Un favor?
LILO: Sí.
MARÍA ESTHER: ¿Y por qué no me lo pediste?
LILO: Estabas tan furiosa conmigo que si te lo hubiera pedido me matabas sin contemplación.
MARÍA ESTHER: ¿Y cuál será ese favor?
LILO: Prométeme que no te vas a poner brava.
MARÍA ESTHER: ¿Qué favor, Lilo?
LILO: (PAUSA) ¡Que te cases conmigo!
MARÍA ESTHER: (GOLPEANDOLO) ¡Qué te has creído, engreído!
LILO: ¡Déjame que te explique!
MARÍA ESTHER: No tienes que explicarme nada. No soy bruta.
LILO: No has entendido.
MARÍA ESTHER: Entendí clarito.
LILO: Pero es sólo un favor, para que cuando tenga que regresar al congelador y subir otra vez arriba, me dejen pasar a donde está mi abuelo.
MARÍA ESTHER. : ¡No te creo!
LILO: Mira, yo lo que quiero es que cuando me pregunten otra ves “¿quién eres tú?”, yo poder decir: “Soy el señor Lilo de Jesús Renauld y vengo de morirme en mi casa, junto a mi esposa, que era la señora Marucha”. Sólo vine por eso, no es por más nada.
MARÍA ESTHER: ¡No diga bobadas!
LILO: No son bobadas.
MARÍA ESTHER: Todo el mundo se casa por algo, porque está enamorado, por cumplir con la sociedad. No por un piche sueño.
LILO: Nosotros somos diferentes, Marucha.
MARIA ESTHER: No me digas.
LILO: Ellos, son todo el mundo.
MARIA ESTHER: ¿Y nosotros que somos?
LILO: Nosotros somos nadie, y cuando se es nadie no se piensa como los demás. Uno es libre de pensar como quiera, ¿o qué crees?, ¿Que si fuéramos todo el mundo y pensáramos como nadie, nos aceptarían? ¡Claro que no!
MARÍA ESTHER: Y entonces, señor Don Nadie, ¿por qué usted se quiere casar?
LILO: Ya te lo dije, por lo del sueño.
MARÍA ESTHER: ¿Seguro que es sólo por eso?
LILO: Claro, no pensarás que es por otra cosa, o que yo estoy enamorado de ti con lo amargada que eres. Aunque ya no me pareces tanto. Cuando te ríes te ves bonita.
MARÍA ESTHER: ¿Y qué te has creído? que yo voy a enamorarme de un inventador como tú. ¡No faltaba más!
LILO: No seas atravesada. Mira, yo sólo quiero saber qué se siente ser una persona de verdad, con una casa, una Navidad y una esposa a su lado. Además, no será por mucho tiempo, es sólo por el día de hoy.
MARÍA ESTHER: ¿Sólo por el día de hoy?
LILO: Sí, mañana ella vendrá a buscarme.
MARIA ESTHER: Ella. ¿Quién es ella?
LILO: La pelona.
MARIA ESTHER: Estas loco.
LILO: (SUPLICANDO) Ayúdame, Marucha, ¿qué te cuesta?
MARÍA ESHTER: Es que no creo que sea buena idea.
LILO: Te prometo que sólo será por el día de hoy.
MARIA ESTHER: Deja la rogadera Lilo.
LILO: Por favor Marucha ayúdame.
MARÍA ESTHER: (PAUSA) Está bien, lo haré. Pero que conste que lo hago sólo por ayudarte.
LILO: Gracias, yo sabía que eras mi amiga de verdad.
MARÍA ESTHER: Lo hago porque dicen que a los enfermos hay que ayudarlos a morir tranquilos.
LILO: Así vas aprendiendo para cuando te toque.
MARÍA ESTHER: Muy gracioso.
LILO: Entonces… ¿Nos casamos?
MARÍA ESTHER: Pero recuerda que es de mentira. Sólo para que cumplas con ese requisito.
LILO: ¡Está bien! (SIN DARLE TIEMPO VA HACIA EL CUARTO A BUSCAR EL VESTIDO DE MARGARITA) Lo primero que hay que hacer es buscar el traje de novia.
MARÍA ESTHER: No, recuerda que no se debe ver a la novia con el vestido antes de la boda. Es mala suerte. Además, es de Margarita y nunca me ha gustado ponerme ropa prestada, así que olvida lo del vestido.
LILO: Esta bien. ¿Pero sí aceptas una despedida de solteros?
MARÍA ESTHER: (RÍE) ¿Una despedida de solteros?
LILO: ¡Claro! La haremos sencillita. Con esta lluvia no podemos repartir tarjetas de invitación, así que lo haremos para los dos. Ya verás. Primero yo toco canción para ti. (TOMA LA GUITARRA Y LE DEDICA UNA CANCIÓN QUE FINALIZAN CANTANDO LOS DOS. AL FINALIZAR, MARÍA ESTHER APLAUDE.) ¡Ahora te toca a ti!
MARÍA ESTHER: Yo no sé cantar.
LILO: No. Tu bailaras para mi.
MARÍA ESTHER: ¿Bailar?
LILO: Sí, baila.
MARÍA ESTHER: No señor. (MÚSICA. LILO LA INDUCE. MARÍA ESTHER BAILA. AL TERMINAR, LILO APLAUDE.) Ahora sí, ¡la boda!
MARÍA ESTHER: ¿Y el cura?
LILO: ¿Cura? Eso es en la boda de los demás, nosotros no necesitamos eso. Además, recuerda que “donde estén dos reunidos en su nombre, ahí estará él”. Eso quiere decir que él está aquí, junto a nosotros en este momento.
MARÍA ESTHER: Es verdad, mi mamá también me lo decía: “Marucha cuando quieras sentir que tu padre está contigo sólo cierra los ojos”.
LILO: ¡Entonces cierra los ojos!
MARÍA ESTHER: (CERRANDO LOS OJOS.)¡Ya está!
LILO: Arrodíllate. (MARÍA ESTHER SE ARRODILLA. LILO LA SIGUE. SUENA MUSICA.) Dame la mano. (PAUSA.) María Esther Buenaventura, ¿me aceptas como tu esposo?
MARÍA ESTHER: Sí, acepto. (PAUSA.) Lilo de Jesús Renauld, ¿me aceptas como tu esposa?
LILO: ¡Sí, acepto! (PAUSA. ABREN LOS OJOS. SE LEVANTAN. ) ¡Ya está!
MARÍA ESTHER: (SIGUIENDO EL JUEGO. ¡El arroz, el brindis! ¡Espera! (VA A LA COCINA. COLOCA EL ARROZ.) ¡El arroz!¡Tenemos que salir!
LILO: ¡Nos vamos a mojar!
MARÍA ESTHER: ¡No importa! ¡Es solo un momento! ¡El arroz es buena suerte! ¡Larga vida para los novios! (SALEN. ENTRAN NUEVAMENTE. MARIA ESTHER LANZA EL ARROZ.)¡Que vivan los novios!
LILO: (SACA UNA BOTELLA QUE HA MANTENIDO A ESCONDIDAS DE MARIA ESTHER) ¡El brindis! No hay boda sin brindis. (TOMAN DOS TRASTOS VIEJOS Y HACEN EL BRINDIS. RÍEN. MÚSICA. SE OYE LA LLUVIA.)
LILO: Cuando alguien se casa, el novio lleva a la novia hasta la cama.
MARÍA ESTHER: Será para que te revientes y después me culpen a mí, porque nadie va a creer que ya estabas listo. (PAUSA. Cambiaremos las reglas (INTENTA LEVANTARLO EN BRAZOS. LILO SE RESISTE))
LILO: ¡No, Marucha! ¡Cuidado, que me lastimas! (LLUEVE INTENSAMENTE.)
LILO: ¡Ahora viene el beso!
MARÍA ESTHER: ¿El beso?
LILO: Pero no te preocupes, que será un beso de mentira. (LILO LA TOMA PARA BESARLA. ENTRA MARGARITA, INTERRUMPIENDO.)
ESCENA XII.
(ENTRA MARGARITA. VIENE EMPAPADA Y CUBIERTA DE LODO.)
MARGARITA: ¡Dame mi vestido!
MARÍA ESTHER: ¿Qué pasa?
MARGARITA: ¡Quiero mi vestido!
MARÍA ESTHER: Cálmate y dime qué pasa.
MARGARITA: Tenemos que salir de aquí.
MARÍA ESTHER: Pero acordamos esperar hasta mañana.
MARGARITA: No voy a esperar hasta mañana.
MARÍA ESTHER: ¿Son los guardias otra vez?
MARGARITA: No, somos nosotros.
LILO: ¿Nosotros? Nosotros no tenemos la culpa de nada.
MARÍA ESTHER: ¡Lilo!
MARGARITA: Las noticias no son buenas, dicen que en otros barrios la cosa esta peor.
LILO: ¡Las noticias!, como si dijeran la verdad.
MARGARITA: (CORRE, TOMA EL VESTIDO Y SE DISPONE A SALIR.) No voy a quedarme aquí a esperar que esto se venga abajo. Yo me voy.
SONIA: (VIENE AGITADA.) Marucha. (AL VER A MARGARITA)¿Adónde se supone que vas muchachita?
MARGARITA: A los refugios que están haciendo al otro lado de la ciudad. Allí esperaremos que pase todo y luego ya veremos.
SONIA: ¿Esperaremos? O sea, ¿qué no te vas sola?
MARGARITA: Claro que no, mamá, me voy con él.
SONIA: (LA GOLPEA). ¡Desvergonzada! No sabes ni siquiera lo que es lavar un plato y ya quieres desgraciarte la vida.
MARGARITA: ¿Y tú qué edad tenías cuando te fuiste con mi padre?
SONIA: Por eso es que te lo estoy diciendo, porque yo sé lo que es eso.
MARGARITA: No hay tiempo para discutir, mamá, tenemos que salir de aquí.
SONIA: No voy a caer en tu juego, dije que esperaría hasta mañana y esperaré.
MARGARITA: No podemos esperar, de un momento a otro esto se vendrá abajo y será peor.
MARÍA ESTHER: ¡No digas eso!
SONIA: Te estás aprovechando de la situación para irte con el malandro ese.
MARGARITA: No, mamá, la situación es grave. Salgamos antes de que sea demasiado tarde.
SONIA: ¿Tarde para qué?
MARGARITA: Para seguir viviendo, mamá, para eso.
SONIA: ¡Qué sabes tú de vivir!
MARGARITA: A lo mejor no sé, como tú dices, pero quiero saber. ¿Y sabes por qué? Porque tengo ilusiones. Necesito tenerlas mama. ¡No entiendes! Me rehusó a creer que el mundo se limita este pedazo de rancho al que tanto te aferras. Mama debe haber algo mas que este montón de bloques y cajas vacías. A lo mejor me equivoco como tú dices, pero como saberlo mama.
SONIA: ¿Pero quién te metió eso en la cabeza? ¡Eres una niña ¡ En medio de todo no te ha faltado nada.
MARGARITA: No se trata de eso, tú me los has dado todo y te lo agradezco...
SONIA: Estás sólo a seis meses de sacar el bachillerato. Y...
MARGARITA: Cuando te gradúes nos iremos de aquí... Me sé ese cuento. Pero crecí, mamá, y tengo derecho a elegir.
SONIA: La vida no es como tu piensas hija, yo solo quiero protegerte de…
MARGARITA: No puedo vivir atada a tus miedos. A tu historia, a un papá imaginario que volverá algún día, cuando sabemos que no vendrá. (PAUSA.)
MARÍA ESTHER: (MEDIANDO ENTRE AMBAS.) Pero, ¿y lo que te dijo el gobernador, que lo resolvería todo mañana?
MARGARITA: ¡No va a venir!
MARÍA ESTHER: ¿Cómo estás tan segura?
MARGARITA: Porque no sucederá.
SONIA: ¿Lo inventaste, verdad? ¡Contesta! ¡Lo inventaste!
MARGARITA: (GRITANDO) ¡Sí, lo inventé!
MARÍA ESTHER: ¿Pero por qué hiciste eso?
MARGARITA: Porque quería mantener viva la esperanza, la tuya, la mía. Porque quería sentirme interesante. Por eso.
SONIA: Y porque querías ganar tiempo para esto, ¿verdad? ¡Contesta!
MARGARITA: ¡Tal vez!
SONIA: Claro, ahora te aprovechas para exagerarlo todo y largarte con ese delincuente, cuando sabes que esto no es tan grave.
MARGARITA: ¿No es grave? ¿No es grave y la lluvia no para? ¿No es grave y tenemos una orden de desalojo hace una semana porque decretaron el cerro zona de riesgo? ¿No es grave y en los barrios vecinos ya están desalojando porque las casas se están cayendo? Entonces, ¿a qué llamas tú gravedad, mamá?
MARÍA ESTHER: ¡Santa Bárbara bendita! ¿Qué está diciendo esta niña?
MARGARITA: Si ustedes quieren, quédense hasta mañana. ¡Yo me voy!
SONIA: ¡No puedes hacerme esto, Margarita!
MARGARITA: Lo único que tenemos nosotros es la esperanza y nadie va a venir a robármela. (TOMA EL VESTIDO Y SALE.)
SONIA: ¡Margarita! ¡Margarita! Te lo dije, María Esther, te dije que no era broma (SALE DETRÁS DE MARGARITA)
MARÍA ESTHER: (A LILO.)¡Voy a ver qué es lo que está pasando! (SALE. LILO TOCA Y CANTA. LLUEVE.)
ESCENA XIII
(LA LLUVIA SE HA INCREMENTADO. SE OYEN GRITOS, GENTE QUE CORRE. AFUERA TODO ES CONFUSIÓN. LILO CANTA ALEGRE. ENTRA MARÍA ESTHER.)
MARÍA ESTHER: (DESEPERADA, CORRE A EMPACAR EN UNO DE LAS CAJAS.) ¡Tenemos que irnos de aquí Lilo!
LILO: ¿Irnos? ¿A dónde?
MARÍA ESTHER: ¡A donde sea! ¡No sé, a la calle! ¡A los refugios!
LILO: (CON SERENIDAD.) Marucha, hace tiempo que yo encontré mi refugio. Mi refugio es este y no pienso abandonarlo.
MARÍA ESTHER: ¡Esta vez hablo en serio, Lilo!
LILO: (SIN DEJAR DE TOCAR) ¡Yo también!
MARÍA ESTHER: Afuera está muy feo, el cerro está a punto de deslizarse. Si se cae todos los ranchos se vendrán abajo.
LILO: ¡Este no se caerá!
MARÍA ESTHER: ¿Y qué privilegio tenemos? ¡Si se puede saber!
LILO: ¡Tiene una familia, un árbol de Navidad, luces!
MARÍA ESTHER: ¡No digas boberías! (SIN DEJAR DE GUARDAR EN LA CAJA.)
LILO: ¿Para qué guardar cosas? Dónde uno va no necesita nada, allá todo es liviano.
MARÍA ESTHER: Deja de hablar tonterías y salgamos.
LILO: ¡No voy a salir!
MARÍA ESTHER: No te pongas necio, Lilo, ahora no, por favor.
LILO: ¡Hoy tengo una cita con ella!
MARÍA ESTHER: ¡Son puras fantasías!
LILO: Tú sabes que no. Ella vendrá. A donde vaya me encontrará.
MARÍA ESTHER: No perdamos más tiempo, tenemos que irnos antes que sea demasiado tarde.
LILO: Para mí ya es tarde.
MARÍA ESTHER: ¡Deja de hablar y salgamos!.
LILO: Ya hiciste todo lo que podías hacer por mí, ahora vete.
MARÍA ESTHER: ¡No me voy a ir!
LILO: No seas terca, mujer. (PAUSA CORTA. LILO CAE AL PISO)
MARÍA ESTHER: ¿Qué té pasa? (LO TOMA EN BRAZOS.) ¡Reacciona!
Sólo esto faltaba. Yo sabía que se iba a morir, el muy sarnoso. (LE ECHA AIRE. CUANDO ESTÁ MÁS ANGUSTIADA. LILO LA TOMA Y LA BESA. ELLA REACCIONA VIOLENTAMENTE.) ¡Condenado demente! Es que si no fuera porque nos tenemos que ir, te mato yo misma a golpes.
LILO: (RÍE) Si te ves bonita cuando té molestas.
(ENTRA SONIA DESEPERADA)
SONIA: ¡Tenemos que irnos!
MARÍA ESTHER: No quiere irse y no voy a dejarlo aquí.
SONIA: ¡No es momento de bromas, Lilo!
LILO: No es broma, ¿A dónde puedo ir en estas condiciones?
SONIA: Haz un esfuerzo, nosotras te ayudaremos.
LILO: ¡Aunque quisiera no llegaría muy lejos!
SONIA: Apóyate en mi Lilo
LILO: Es inútil. Ella tiene mil ojos como la miseria y me encontrará donde sea.!
MARÍA ESTHER: ¿Ves cómo no se quiere ir? ¿Qué hago, Sonia?
SONIA: Déjalo aquí, está loco.
LILO: Si estuviera loco no hubiera tocado el cielo con los dedos hace un rato, cuando besé a Marucha.
MARÍA ESTHER: Por lo que más quieras, Lilo, salgamos.
LILO: ¡No puedo!
MARÍA ESTHER: Entonces me quedaré contigo.
SONIA: ¿Qué? ¿Te volviste loca tú también?
LILO: ¡No puedes hacer eso!
MARÍA ESTHER: ¡Ahora soy tu esposa!
SONIA: ¿Cómo es la cosa?
LILO: Eso era de mentira.
MARÍA ESTHER: Las mentiras más bonitas son las que uno se cree.
LILO: ¡Sólo era un favor!
MARÍA ESTHER: Para ti, no para mí.
SONIA: ¿De qué están hablando?
LILO: Sólo era un favor, un juego.
MARÍA ESTHER: Un favor se hace completo o no se hace.
SONIA: ¡Ya es suficiente! ¡Tenemos que irnos!
MARÍA ESTHER: No lo voy a dejar solo aquí, Sonia.
SONIA: Vamos, Marucha, déjalo.
MARÍA ESTHER: ¡No!
SONIA: Él no tiene nada que perder. Ya está muerto. Pero tú...
LILO: Ella tiene razón. Vete.
(VOZ EN OFF): ¡Sonia! ¡Sonia! ¡Tenemos que irnos! ¡Sonia!
SONIA: (TOMA A MARÍA ESTHER Y LA EMPUJA HACIA LA CALLE.) ¡Vamos, María Esther!
MARÍA ESTHER: (SALIENDO A EMPUJONES.) ¡Por lo que más quieras, Lilo, salgamos! ¡Lilo! ¡Lilo! ¡No puedo dejarlo aquí!
SONIA: ¿Cómo que no? (LA SACA A LA FUERZA. TODO ES CONFUSIÓN AFUERA. LILO CANTA Y BAILA UNA CANCIÓN DE NAVIDAD. PAUSA LARGA. MARÍA ESTHER ENTRA EMPAPADA Y LLENA DE LODO. LILO, EUFÓRICO, BAILA. PAUSA CORTA.)
LILO: ¿Por qué regresaste?
MARÍA ESTHER: ¡Por tu sueño!
LILO: ¿Mi sueño?
MARÍA ESTHER: ¡Para que te crean! ¡Cómo eres tan inventador pueden pensar que son cuentos!
(TODO SE ESTREMECE.)
MARIA ESTHER: (DESESPERADA) ¡Tengo miedo!
LILO:¡Todo pasará pronto! ¡Bailemos!
MARÍA ESTHER: ¡Tienes razón, bailemos! (SUENA MÚSICA DE NAVIDAD. SE ABRAZAN, BAILAN, RÍEN A CARCAJADAS. TODO SE DERRUMBA. LO ÚLTIMO EN CAERSE SERÁ EL ÁRBOL DE NAVIDAD. UNA LUZ QUEDA ENCENDIDA. CAE TELÓN.)
FIN DE “EL ÚLTIMO DÍA”.
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